El origen de todo -que no del mundo-, de este todo, un todo pequeño, es verle la cara verdadera a Águas Livres -una arquitectura euclidiana, llena de aristas, teñida con colores planos y vistas a un mar distinto, el de las tejas rojas de los tejados-. La primera vez que la vi fue en el estudio de Juan Baraja, en Carabanchel, entre fotos de conventos y un pez desecado -casi-; la última, colgando en una sala de la Fundación ICO -y yo reflejándome, un poco, en su piel de cristal; como Narciso-. Lo que Juan fotografía no son paredes, ni ventanas -algunas largas y estrechas-; ni escaleras; ni pilastras